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DOÑA MENCÍA Y SUS TOMATES GUISADOS




Con muy corta edad llegamos en familia a mi querida Doña Mencía, pueblo de la Subbética cordobesa.
Mi padre, Amador, también maestro y nacido en este bonito pueblo fue destinado a él después de pasar un curso en el Saucejo (Sevilla). 
Por aquella época contaba yo con un escaso año de edad.

En Doña Mencía pasé, con mis padres y mis hermanos Paquita, Manolo y Amador, los años de mi tranquila infancia y adolescencia hasta que con 18 años mi padre solicitó el traslado porque empezaba mi carrera e inmediatamente después las de mis hermanos. Nos instalamos en la ciudad de Córdoba a mediados de un caluroso septiembre.

Los años que permanecimos en Doña Mencía fueron muy estables y ya empezaba a tener curiosidad por la rica cocina que mi madre, M. Carmen, hacía. Era muy original, preparaba platos poco vistos y hasta ganó un concurso de la revista "Ama". De ella fue naciendo este afán por la cocina que mis hermanos y yo tenemos.  

Fue un tiempo agradable toda nuestra niñez... recuerdo que por las mañanas y durante el curso escolar, íbamos muy temprano los cuatro hermanos cogidos de la mano, de dos en dos, con un uniforme azul oscuro tableado a nuestro querido colegio que estaba unido al antiguo castillo. Cruzábamos el pueblo de lado a lado todos los días unas pocas veces. A esa hora temprana era muy emotivo ver sobrevolar blancas palomas que abrían sus alas y planeaban sobre nuestras inquietas cabezas. 

Con el tiempo el colegio "Los Alcalá Galiano", nos siguió dando la base para nuestra formación posterior. Mi padre, sus compañeros y compañeras dejaron una gran mella en nosotros que dio sus frutos.

Entre tanto, pasábamos las soleadas tardes jugando en la circular plaza adoquinada en cuyo centro afloraba una pequeña fuente rodeada de plantas con bordura perfectamente recortada, formando así un verdoso seto. Nos gustaba comprar en el puesto de chuches de Cristóbal un cartucho de pipas y maní, "todo revuelto", por dos reales. Nos lo tomábamos sentados en los blancos bancos de piedra que esta plaza tenía. Después, jugábamos a la ruleta dibujada en el suelo con un trozo de yeso blanco o a la goma... o a los cromos que guardábamos en una caja vacía de polvos faciales de Myrurgia.

Y así llegó la inocente adolescencia. Con mi pandilla pasábamos los tranquilos días de verano para arriba y para abajo, de la plaza a la estación de tren, parándonos cada dos por tres para reírnos y contar nuestras cosillas. 

Hacíamos largas excursiones a "La Oreja de la Mula" (peña que hay en una colina con esta forma) y mirábamos, satisfechos de nuestra proeza, al pueblo en toda su extensión con unas vistas maravillosas.

No me alargo, solo quisiera transmitir en esta entrada del blog toda la esencia de lo que fueron esos años para mis padres, mis hermanos y para mí. Tenemos a nuestra querida familia de mi padre allí y siempre hacemos todo lo posible por volver a vernos y disfrutar de la suave atmósfera que envuelve este delicado y encantador pueblo de mis primeros años.

El plato que os presento es el que normalmente se realiza cuando se reúnen las familias y los amigos los fines de semana para compartir un agradable momento y disfrutar de los fantásticos vinos que tiene esta fértil tierra. La semana se retoma con la alegría de haber saboreado lo mejor que la vida te puede ofrecer.
                                                                                                                                Mª del Carmen


Ingredientes


  • 2 kg de tomates maduros
  • 150 ml de aceite de oliva virgen extra
  • 9 ajos
  • 2 rebanadas de pan
  • 6 pimientos para freír
  • 2 cebollas frescas grandes
  • 1 lata pequeña de tomates pelados para quitar la acidez o pon azúcar
  • Setas, la cantidad a elegir
  • 2/3 cucharaditas de pimentón
  • Sal
  • 1 vaso de agua


Preparación


  • Pela los tomates, trocéalos y reserva.
  • En una cazuela o perol grandecito, pon el aceite. Fríe los ajos enteros y pelados, reserva. A continuación fríe las rebanadas de pan y reserva también.
  • Añade los pimientos y las cebollas en trocitos a ese aceite, si ves que se ha consumido mucho, añade un poco más. Fríe hasta que estén un poco pochados.
  • Agrega los tomates reservados, los de la lata también troceados, y 4 de los ajos fritos enteros. Continúa cocinando. Si no te gusta su acidez, puedes añadir una cucharadita de azúcar o alguna más hasta conseguir el gusto deseado.
  • En un mortero tritura 5 ajos de los reservados junto al pan frito, sal y un poco de agua. Una vez majado, agrega el resto de agua y el pimentón. Remueve y vuelca sobre cazuela donde se están friendo los tomates.
  • Añade las setas troceadas y deja que se haga el cocinado hasta que los tomates hayan reducido y estén en el aceite. Prueba para ver el punto de sal.
  • Para terminar puedes acompañarlos con unos huevos fritos. Esto es opcional.
Nota: agrega, si te apetece, unos trocitos de tocino ibérico fritos.
                                                                
Me encantaría que pudieseis visitar Doña Mencía y comprobar que lo que os digo nace del corazón. 

3 comentarios:

  1. En la foto tiene una pinta irresistible :)

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  2. Excelente receta,me gusta tu blog,por motivos que desconozco ahora no me deja seguirte pero mas tarde lo sigo intentando,en mi blog te he dejado un regalito,Espero te guste tanto como a mi.
    http://celiacoscocina.blogspot.com.es/2014/03/estoy-muy-contentame-han-dado-otro.html

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  3. Muchas gracias, cuando puedas lo intentas.
    Saludos

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