Tengo una anécdota que siempre suelo comentar con los padres de mi alumnado, os cuento...
Unos padres van al pediatra y le preguntan al doctor...¿Cuándo debemos empezar a educar a nuestro hijo?, el médico les pregunta por la edad del pequeño, a lo que los padres le contestan que tiene un año. El médico, sorprendido, les dice..."Ya llevan un año de retraso".
Esto es así. Algunos padres y madres no saben aun que la educación debe ser permanente desde el primer momento, el de su venida al mundo.
Es muy interesante fomentar una educación temprana para conseguir que el potencial de los pequeños y pequeñas pueda conseguir su máximo personal a lo largo de su formación.
Actuaremos siempre desde la tranquilidad, la serenidad y la empatía. Esto no es una carrera de competición. Solo se pide una manera de educar atendiendo al momento, a la adaptación de la capacidad individual y nivel de maduración.
Cada persona tiene su ritmo, el contacto con los tutores/as en los distintos cursos de escolarización es importante para la toma de decisiones conjuntas y así acompañar su aprendizaje. Una buena relación entre familia y colegio, hace posible que las consecuencias en la resolución de conflictos de cualquier tipo sean más llevaderas y constructivas. Cuando el ritmo es el adecuado, esta relación reafirma que vamos por buen camino y normalmente se siente un gran bienestar al comprobar que todo va bien.
Así que os animo a la observación, al acompañamiento, a compartir momentos, a reír, a jugar, a enseñar con un lenguaje adecuado nombrando las cosas por su nombre, a manipular objetos, a hacer puzles, a preguntar, a estar en estrecho contacto con las personas que forman parte de su formación y a miles de actividades conjuntas que los /as harán más maduros/as para andar con seguridad en las primeras etapas de su vida.
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